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domingo, 21 de diciembre de 2008

El primer poema

¿Magia? ¡Claro! La cubierta del libro de Jara Bedmar Pecellín es el primer poema del volumen.

Sobre el blanco inmaculado y perfecto, la autora como un ser irreal. La poesía es, en parte, alcanzar la irrealidad a través del sentimiento.

Veo un hada, un ser extraño con tu rostro, sonriendo a quien quiera mirar. Una sonrisa seductora que imanta la mirada, apoyándose en una postura femenina, casi de indefensión, incitando a la ensoñación del descanso y de la meditación. "El pensador", de Rodin, es un hombre. Está pensando. Pero el hada de esta portada es una mujer. Una mujer nunca adoptaría esa postura, la de Rodin. El hada también piensa, pero encogida sobre sí misma, abrazando con sus brazos las piernas flexionadas y apoyando la cabeza sobre sus rodillas. La postura del pensamiento femenino que se desplaza, inevitable, hasta la telaraña de la trama. Cuando una mujer piensa, trama y la complejidad de la trama se intuye en la mirada. El hada transmite con su postura que esa relajación tiene un motivo y que su cabeza está llena de intenciones.

Inmersa en un lugar húmedo, de espuma transparente. Agua congelada, de aspecto irreal. Es perfecto. Los pies han desaparecido y la ingravidez está asegurada. No sé lo que encontraré cuando abanique mi rostro al abrir la tapa del libro. No lo sé, pero no importa porque ya estoy sintiendo.

Reparo en el título. Mis ojos se olvidaron de leerlo. El título en sí es ya un libro. Un mensaje lleno de dudas, contradicciones, preguntas. ¡Ven! No te vayas, acude a mí. ¿Eh? Pero... ¿Qué? ¿Cómo...? ¡Ah! Veo lo que no quería ver... Siento que algo me frena. ¡No! No vengas, no quiero que te encamines hacia mí. No... Veneno... También es veneno. Negatividad, intriga... lo sobrenatural envuelve el título con una gasa en forma de interrogación.

Jara Bedmar
Ahora... las alas. Ahora, ya las veo. Alas de mariposa extraña, nocturna, alas color veneno. Un color ambarino que ensombrece la oscuridad de los ocres y resume la llamada de la tierra para un hada que no hace más que mirarme, diciéndome que sabe más que yo. Ella tiene en su poder lo que quiero conocer, tiene el secreto del veneno y de la interrogación que me aterró en el título. Sus alas me hablan de un lugar lejos de los mares, de las montañas, de la selva, del bosque, del río, de los caminos, del asfalto, de los tejados, de la nieve, de los cultivos, del desierto... Un lugar que desconozco y no está a mi alcance... Sólo lo intuyo... Sus alas son profundas a la vez que planas, nervadas por hilos negros que se revelan portadores de su plasma. Me intriga su forma porque no es la forma de un ser diurno ni cotidiano. Magia. Algo de magia hay en un poema. No tengo entre mis manos un libro. Tengo entre mis manos el abismo que guarda este personaje alado en su interior. Lo que está pensando... Su mundo íntimo... Su juego... Y esos dos apéndices de su espalda, tan etéreos, me están diciendo lo profundo que puede llegar a ser.

No puedo más. Tengo que abrir el libro, el abismo que, tras esta mirada, me llama. Y presiento que cuando pase sus páginas, el polvo de las alas quedará impregnado para siempre en la yema de mis dedos.

Laura Gómez Recas
Diciembre de 2008


Savari

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