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domingo, 25 de septiembre de 2016

Click to Click

Cada like es el pulso de un deseo incontenible de existencia y de permanencia, un deseo de pertenencia o un deseo de venganza contra el otro lado del sistema que marca el puntero. Cada like en las redes sociales es una reacción humana manchada por el sangriento mundo de la víscera o por el pálido laberinto neuronal.

Un like es un sismógrafo social, pero un estudio minucioso del comportamiento individual en las redes nos enfrenta a un sismógrafo de las tendencias más básicas del individuo. En un porcentaje alto, los clics son reacciones racionales al perímetro de información o intereses a los que el individuo se siente vinculado. El resto de los clics son reacciones no racionales que delatan sus intereses ocultos, sus fobias, sus filias, sus miedos y sus obsesiones. Sin racionalidad alguna, los usuarios dejan ver como en un espejo su propia realidad, la íntima, la que no desean hacer pública. Y esto es extremadamente gratificante.

¿Deberían ser utilizadas las redes sociales como un ámbito de estudio para los psicólogos y los psiquiatras, como una fuente de información nueva sobre el paciente? Esto, que ya se está haciendo a gran escala en cuanto al comportamiento de consumo del usuario, podría dar también datos muy interesantes en cuanto a la valoración psicológica de un profesional del sector médico. Investigaciones recientes en el campo de la neurociencia indican que el estado anímico del usuario hace variar la relación que éste tiene con las marcas a las que se le ha fidelizado. De hecho, en 2015, una computadora fue capaz de hacer un perfil del usuario, analizando su comportamiento en Facebook, con más acierto que personas allegadas o íntimas al sujeto.

La locuacidad del mapa de acciones desarrolladas en las redes es inusitada, aunque para un conocimiento preciso habría que incluir factores más humanos que el del interés objetivo, es decir, un individuo destaca sus filias y sus folias al incluir u omitir en sus acciones a otros individuos con los que mantiene un círculo de interacción dentro de la red. Esto, unido al conocimiento previo de la situación personal y del círculo real en el que se mueve, podría aportar datos no ya sobre sus hábitos de consumo, sino sobre su conducta en cuanto a la interacción con las personas.

Nos movemos aquí en el terreno de la pasión, de lo emocional y de la voluntad más oscura del comportamiento humano.

Laura Gómez Recas

Savari

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