Entrevista a Gloria Fuertes
ESTO ES UN DON. CUANDO TIENES LOS GENES PARA
PODER ESCRIBIR POEMAS, LOS ESCRIBES
“No me gusta la poesía cuando no es poesía”.
Gloria Fuertes, poeta, nos habla de su poesía, de la merma de la literatura
escrita por mujeres en los años de la postguerra, de Dios, del amor y del
humor, conceptos fundamentales en su poética.
Madrid, marzo de 1983
REVISTA HOJAS (I.N.B. Santa Teresa de Jesús)
Laura Gómez Recas
REVISTA HOJAS (I.N.B. Santa Teresa de Jesús)
Laura Gómez Recas
E.: Usted, como ha dicho en alguna ocasión, empezó a escribir a los quince años, ¿qué fue lo primero que escribió?
G.F.: Lo primero que escribí fueron poemas, y el tema, claro, era el amor. Cuando descubrí que era posible querer a alguien que no es de tu familia, eso me produjo tal emoción que el ser poeta que ya tenía dormido, por aquel amor, me hizo escribir los primeros poemas. Así empecé, y luego, rápidamente, cuando acabó la Guerra Civil, comencé a ser escritora, aunque casi por casualidad, pues me dio por escribir cuentos para entretenerme del hambre o de la tristeza. Como estaba recién acabada la horrible guerra, escribía cuentos de risa, creaba personajes, y como no tenía empleo llevé unos cuentos a un tebeo llamado “Maravillas”. Llevaba el mismo miedo que podríais llevar vosotras, y me dijeron el típico “¡vuelva mañana!”. Volví y me dijeron que si quería ser redactora. No tenía ni idea de lo que era esa palabra. Entré allí y me daban un sueldecito. Así comencé a escribir.
E.: Es de suponer que las lecturas de diversos autores influyeron en su poesía, ¿quiénes fueron?
G.F.: Puedo decir que esta pregunta no es válida en mi caso. NO tuve ninguna influencia ni creo que la tenga, según los críticos y según yo. Cuando empecé a escribir mi primer libro, “Isla ignorada”, no
tenía influencia de nadie. Había leído muy poco en comparación con lo que he leído después. ¿Quiénes eran estos escritores? Bécquer, Rubén Darío (el padre de la poesía moderna); pero yo no tenía influencias, yo escribía poesía porque tenía ese don, porque me era fácil, aunque no sé si es bueno o es malo.
E.: ¿Se considera, entonces, innovadora?
G.F.: Hace feo que lo diga, pero según un crítico se puede hablar de poesía antes de Gloria Fuertes y después de Gloria Fuertes. No me saben encasillar.
E.: ¿No se encasillaría usted en ningún grupo?
G.F.: No. Yo tengo un poema en no sé qué libro que dice así: “NO me catalogues…, no me catadiñes”. No es que no quiera, es no sé dónde me van a meter. Tengo el estilo de Gloria Fuertes.
E.: ¿Cómo definiría la poesía?
G.F.: Si lo digo en serio, diría que es un estilo literario, quizás el más delicado, el más fino, porque el escritor, en este caso el poeta, tiene que decir lo más con lo menos. La poesía es un género literario muy difícil, pues cualquier escritor puede escribir una novela, incluso una obra de teatro, pero si ese buen escritor no es poeta, como, por ejemplo, Camilo José Cela, no puede escribir poemas. Esto es un don, no hay ni que presumir ni nada, ni es difícil ni es fácil. Cuando tienes la sangre o los genes para poder escribir poemas, pues los escribes…, por eso yo no me pongo laureles.
E.: Una vez dijo usted en un poema que no le gusta que le llamen poetisa, ¿es cierto?
G.F.: Bueno, a mis años ya me da casi igual, pero es que llamarme poetisa parece cosas de risa y muy cursilindo. Una persona que hace versos y que escribe poesías es un poeta. Entonces el hombre debía de ser “poeto”. Si a mí me llaman poetisa, a todos los poetas vivos yo les llamo “poetisos”. En cambio, hay personas que no van a ningún lado con su poesía y les encanta llamarse poetisas. Pues bien, tienen libertad para llamarse así, igual que yo la tengo para que me llamen poeta.
E.: La guerra civil siempre ha supuesto una línea divisoria en la producción de cualquier poeta español contemporáneo: ¿en qué medida influyó en la suya?
G.F.: Aparecen algunos poemas, que suelen ser autobiográficos y, desde luego, contra la guerra. En efecto, influyó mucho en mí. Casi siempre digo que lo único bueno que me dio la guerra civil fue que me hizo pacifista y me dejo un poco de metralla en el muslo.
E.: Otro tema frecuente es la muerte, pero tratada de una forma natural, sin miedo…
G.F.: Sí, la trato de tú. La muerte no me asusta, lo único que me asusta es el dolor físico o el dolor psíquico.
E.: ¿La muerte de los demás le asusta más que la suya propia?
G.F.: Pudiera ser… Me entristece y me apena. Que se mueras un ser querido no te asusta, te da un dolor tan fuerte que puedes ir detrás de él. Lo que sí me asusta es abrir el periódico y ver que muchos hombres están matándose en vez de amándose los unos a los otros, que es un “slogan” muy bonito de hacer veinte siglos.
E.: A propósito de esto, hay que señalar las alusiones constantes a Dios. ¿es tratado como una esperanza?
G.F.: No es una esperanza, es un realidad para las personas que tenemos la gran suerte de tener fe. Yo lo siento. A lo mejor no lo comprendo del todo, pero lo siento y eso ya es mucho.
E.: ¿Usted nunca se ha planteado esa duda?
G.F.: No, en absoluto. Tengo un poema en el que digo que para mí Dios está claro, es un paisaje al atardecer entre rojos y azules.
E.: La denuncia social es muy clara también en sus poemas.
G.F.: Sí, naturalmente. Incluso cuando escribí esto en pleno franquismo fui muy valiente, pues para mí Dios estaba muy claro entre tanta duda. Os digo, sobre todo a la juventud, que sois mis preferidos, que Dios es un paisaje, sin niebla, entre rojos y azules en un atardecer. Ahí está el mensaje, introducido en el paisaje; esa es la maña del poeta al decir en una metáfora lo que no puedes decir directamente.
E.: Todos estos temas no son tratados con amargura, sino que están impregnados de cierto humor: ¿qué clase de humor es ése?
G.F.: Sí, es muy difícil, por eso estoy un poco contenta con ello; porque dentro de mi poesía, aunque sean temas muy serios, nunca falta humor.
E.: ¿Cómo es utilizado?
G.F.: Como atracción para que lean el poema, yo creo; para no poner más negro el cuadro… A lo mejor para no entristecerme yo y para no entristecer al lector con un tema muy serio o dramático.
E.: El amor siempre está presente en su poesía.
G.F.: El amor está en todo. Yo creo que en todos mis cientos o miles de poemas está, latiendo, el amor.
E.: ¿Nunca ha perdido la esperanza?
G.F.: No, no, la esperanza nunca se pierde. Todo el mundo espera algo. Hay que tener ilusión. Como dicen en los pueblos, es lo último que se pierde. Yo tengo fe y esperanza, lo que no quisiera tener es caridad. Cuando usamos la caridad es porque no hay justicia. Así, yo diría: “Fe, esperanza y justicia”.
E.: Referente a la literatura infantil, a los niños…
G.F.: Eso ya es más complicado, yo no trato a los niños como tontos, sino como muy inteligentes. Lo único que intento es que se lo pasen bien, que les gusten los libros.
E.: ¿Es más difícil escribir la poesía para adultos que para niños?
G.F.: No, cuando escribo para niños tengo que estar silenciosa, contenta, tranquila, sin ningún dolor físico, se me tienen que ocurrir cosas graciosas como el cisne que era “desgraciao”…
E.: ¿Qué piensa usted de la poesía actual? ¿No cree que la gente lee ahora menos poesía?
G.F.: Creo que es verdad. Al que le gusta la poesía, sobre todo si está estudiando COU o en la universidad, es una minoría. De todas maneras, aunque la juventud lee poca poesía, lee más que antes. Lo dicen los mismos editores, que son los que saben lo que se vende.
E.: ¿Cuál era la situación en la postguerra en cuanto a la literatura? ¿Había muchas mujeres que escribían?
G.F.: No, pero en el país de los ciegos el tuerto es el rey, y la tuerta era yo (tan sólo escribía en esos momentos Carmen Conde). Yo entonces recitaba mucho en reuniones, universidades, casas regionales, tabernas…, y así era muy conocida. Porque yo era un poeta muy medieval, iba por los pueblos diciendo mi poesía. La pregunta está bien: en la postguerra no tenía muchas rivales. Hace 34 años nos reuníamos un grupo de mujeres para leer nuestros poemas. Allí podía entrar la gente; poco a poco fueron llegando hombres: poetas, periodistas, etc. El resultado fue todo un éxito. De todas las que participábamos solamente Carmen Conde y Gloria Fuertes son conocidas. ¡Fíjate qué pena! ¡Cuántos son los llamados y qué pocos los escogidos! Pero hay que seguir luchando y escribiendo para llegar.
E.: ¿Qué odia en la poesía?
G.F.: Puede ser cuando no es poesía para nadie más que para el autor, cuando no se entiende, cuando no te emociona, cuando no ves claro, cuando es una palabra tras otra, bellas a lo mejor, pero que cuando entiendes algo, lo desentiendes en el reglón siguiente, no hay ilación. No me gusta la poesía cuando no es poesía.
E.: ¿Qué otras cosas le gusta hacer?
G.F.: Leer, pero de verdad; leer y hablar con la gente. Comprendo el rock duro, pero no me gustan las discotecas, me vuelven loca… ¿Esta entrevista es para la revista que hacéis en el instituto al mes?
E.: No, cuando cae…
Tras esta agradable conversación, dejamos a Gloria entre sus cuartillas, en un atardecer entre rojos y azules…
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