Club Universitario de Valencia, 1957
Como brotes de salvia
Algunas veces, la vida se remansa, casi se estanca, por un acontecimiento inesperado que, en ocasiones, puede parecer insignificante. Pero no hay acontecimientos insignificantes que sean capaces de remansar nuestro diligente y afanado discurrir. De pronto, en un intento de recolocar los estantes de libros apareció un ejemplar casi olvidado que ha llegado a mí por tercera vez en mi vida.
Diez poemas de viaje |
yacen para el recuerdo varios pequeños tesoros de García-Blanco que mi padre guardaba: dos poemas, uno manuscrito en negativo y otro dedicado a mi padre, escrito en una servilleta de papel que versa sobre el nostálgico sentimiento del viajero. Aclaro, en este punto, que ambos fueron compañeros de viaje, recorrieron Europa juntos en largos periodos de convivencia en los que el arte, la historia y la libertad aderezaban los momentos de complicidad. Y, por último, grapados y mecanografiados en un papel muy fino, un grupo de poemas que componen un cuadernillo titulado Diez poemas de viaje, datados de junio a noviembre de 1965.
La curiosidad que me hostigaba hizo que buscara datos sobre el autor que me dieran mimbres con el que armar mejor la relación que mantuvo con mi padre y, la lectura, por otra parte, se hizo intensa y emocionante. Descubrí con ella que los versos de Poemas de agua dejan un rastro ideológico abierto y valiente contra la falta de libertad de aquellos años de progreso y aperturismo obligado de la dictadura. Ello me incitó más aún a conocer el resto de la obra de José Antonio. Por su forma de escribir parece ligado a la Generación de los 50, al estilo que identifica a Brines, Ángel González, Caballero Bonald, Claudio Rodríguez, etc. La Generación de los 50 es una generación especialmente dispersa, no fue un grupo compacto, ya que sus componentes o adheridos vivieron un aperturismo cultural y social que tuvieron que encajar y asimilar de forma muy dispar; lo hicieron individualmente, sin la sazón de pertenencia a un grupo como tal. José Antonio García-Blanco por su compromiso social y su escritura sencilla y abierta, lejana al academicismo y al exceso estético, sin abandonar éste de forma tajante, entra en las coordenadas de esta generación poética.
José Antonio García-Blanco en Venecia |
Es una poesía comprometida, que vive el compromiso como medio para la protesta social y la reivindicación con una clara voluntad de que ésta sea un arma para cambiar el mundo; pero también vive ese compromiso desde la madurez como arma de comprensión e intimismo. Quizás esto, unido a que era un autor poco dado a las reuniones sociales, a las tertulias y a las lecturas, hacen que vaya a caballo entre los del 50 y la que se define, por los teóricos, como una segunda generación de postguerra que alcanza la plenitud en los 60 y 70. Como consecuencia de su escaso interés por la divulgación social de su poética en el ámbito literario de la época, el grueso de su producción poética aparece en los anaqueles editoriales de forma póstuma, algo probablemente impulsado por sus herederos que han detallado una excepcional biobibliografía en una página de Wikipedia que es fundamental para encuadrar su obra y su quehacer literario y que, desde aquí, agradecemos todos los que tenemos curiosidad por descubrirle como autor.
Pero Poemas de agua no es más que el principio, la génesis de un prodigioso ovillo poético que va desarrollando a lo largo de su vida. Prodigioso por el momento en el que fue escrito. No era fácil asumir el riesgo que implicaban algunos versos acuñados con el fuego de la reivindicación política de la Izquierda; sin embargo, es uno de los poetas que, en su época, marcan distancia con el resto a cuenta de una sinceridad ideológica nítida en el devenir de sus versos. Es una actitud ante la vida, es evidente; pero me gustaría subrayar que, también, ante la literatura y la expresión artística. García-Blanco transmite, al leerlo, la brutal decepción ante el mundo que le ha tocado vivir, la falta de libertad, la reminiscencia del dolor del oprimido, ese ácido en boca que se sostiene después de apurar la copa de una realidad oscura, en "blanco y negro", sumergida en una niebla que tiñó de grisura a dos generaciones de este país. Con su obra pretende dar voz y luz a un universo sometido a la imposición sangrienta de la dictadura y toda la parafernalia moral, religiosa, social y cultural inherente a ésta. Ese rasgo es el más sobresaliente y satisfactorio, según creo. Y lo es porque, en este tiempo tan diferente, esa lectura rescata de los desvanes el espíritu genuino de la resistencia, la que se ejercía en la intimidad de la almohada y la que se ejercía en la trinchera de las multicopistas y las octavillas. Hoy, tan descreídos de todo lo humano, en esta sociedad alienada por el consumo desorbitado y los vacíos ideológicos, tan desentrañada de lo sustancial, leer la poesía de José Antonio García-Blanco es como dejarse impregnar por el viento en alguna cima o en algún lugar del mar.
Esta ebullición de lo social y de la resistencia política define la obra de García-Blanco y así como el cuerpo central de sus títulos está marcado por el taheño aliento de la literatura contestaria y crítica del medio siglo XX español, hay que decir también que sus últimos libros maduran hacia una expresión más sosegada y cálida, aunque nunca abandona el decir que le es tan característico. Hoy, creo que es una lectura necesaria, como necesarios son Otero, Brines, Claudio Rodríguez, Valente... Es necesario, quizás más que nunca, recuperar los libros de todos aquellos que, no por nosotros, sino por ellos y por su momento, crearon versos como brotes de salvia. Ellos nos han dado la oportunidad privilegiada de retomarlos página a página, prendiendo el fuego de la lectura y purificándonos con el humo magnífico de la buena y necesaria literatura que los contiene.
Así el agua
se golpea contra el suelo
para que se hagan daño las piedras,
para que el asfalto resbale
y se numeren los pies
de tantos hombres distintos.
Soportal de besos largos!
Agua que se hace brillo,
consecuencia,
anónima libélula sólo alas,
velado paisaje por mil lágrimas.
Lluvia, sí,
que se mojen los colores de papel,
que se rompa luego
el cinturón de escombros.
Y el silencio desbordado
acariciado lentamente.
José Antonio García-Blanco Peinador
(Santiago de Compostela, 1929 - Madrid, 2007)
Bibliografía:
Poemas de Agua, Valencia, 1957, Club Universitario de Valencia.
Y toda la sangre derramada, Madrid, 1977, Editorial Zero; Madrid 2014, Ediciones Vitruvio (colección Baños del Carmen).
He aquí el Hombre y otros poemas, Madrid, 2015, Ediciones Libertarias
La voz del viento y otros poemas, Madrid, 2015, Ediciones Libertarias
...hasta que la voz lo inunde todo, Madrid, 2015, Bubok Publishing
Los Oficios, Madrid, 2016, Bubok Publishing
La muerte del Cristo y otros poemas, Madrid, 2016, Ediciones Libertarias
En el azar del tiempo, Madrid, 2017, Ediciones Libertarias
El caserío como un harapo, El el alfoz del corazón y otros poemas, Madrid, 2017, Ediciones Libertarias
El robusto leñador de mis querencias, Madrid 2019, Bubok Publishing
Emigración. 1. El incierto resultado del pueblo soberano y otros poemas, Libertarias Prodhufi, 2020
Emigración. 2. Todos fueron engañados y otros poemas, Libertarias Prodhufi, 2020
Emigración. 3. Paisajerías y otros poemas, Libertarias Prodhufi, 2020
Savari
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